En el Atlas Poético de Colombia/ sección Valle, figuran si no he contado mal, quince poetas mujeres o poetisas (porque con el rescate moderno de la condición femenina ese término pierde su connotación depresiva y despectiva) Entre ellas, creo, sólo Orietta Lozano ha conseguido hasta la fecha presente saltar los muros carcelarios de lo regional o local y -aparte de su Cali natal- ser leída en otras ciudades y lugares del país y el exterior… A lo que de alguna manera, contribuye el hecho de que se le otorgara en el pasado el Premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus (Cúcuta, 1986) un premio de especial relevancia en el país cultural.
Pero, aparte de lo anterior cabe anotar lo auténtico y perseverante de su trabajo poético que además de sus cuatro o cinco libros publicados -y otros tantos inéditos pero no menos importantes, como El Solar de la Esfera (2002) o Peldaños de Agua (2010)- gana con el tiempo en fuerza y definición, superando cierta tendencia inicial a recaer en la vaguedad o abstracción expresiva. En El Vampiro Esperado - su libro ganador del Cote Lamus- vale la pena destacar la atmósfera o temática “gótica” que la autora retoma del primer romanticismo, afinidad que comparte con otros artistas y escritores vallecaucanos -pienso en el cine de Carlos Mayolo o en cierto Andrés Caycedo- quizás porque en dichos temas, autores y poetas centroeuropeos como George Trakl, Joseph Conrad, Ghérasim Luca (Olga Orozco y Alejandra Pizarnik, en latinoamerica) es fácil encontrarle espacio al deseo transgresor… aquel que huye de la luz diurna para explayarse mejor en lo nocturno o sub-lunar, en el ámbito de lo prohibido y perverso, donde el amor va a conjuntarse o conjugarse siempre con la muerte.
Hay también en la poesía de Orietta Lozano una vertiente puramente intelectual –más que pasional o sentimental- que vuelve a reflexionar, a pensar, por los medios propios de la poesía, aquellos temas por así decirlo “eternos” del hombre, como el tiempo y la palabra, la muerte o Dios...Lo que en definitiva amplía y enriquece su acervo poético, en mi concepto, uno de los más atrayentes y seductores de la poesía femenina colombiana actual.
Ojos habitados
Ven, ciérrame los ojos con un beso
para que no pueda ver mi cielo,
y de nuevo
ábreme los ojos con un beso
para que así no pueda verlo entre mi sueño.
Oblígame al secreto
para que nada diga de los besos,
y pídeme que cante
para que pueda hablarte.
Eres el que puso en mis labios
la voz, desde hace mucho tiempo,
y has habitado
mis manos
desde que mi sangre sólo estaba creciendo.
Ibas a preguntarme
por mi cadena insomne,
y era mayor el hambre de mi acecho
y la estructura de mis huesos
estaba decayendo.
Ven, ciérrame los ojos
para que pueda descansar mi ruego.
para que no pueda ver mi cielo,
y de nuevo
ábreme los ojos con un beso
para que así no pueda verlo entre mi sueño.
Oblígame al secreto
para que nada diga de los besos,
y pídeme que cante
para que pueda hablarte.
Eres el que puso en mis labios
la voz, desde hace mucho tiempo,
y has habitado
mis manos
desde que mi sangre sólo estaba creciendo.
Ibas a preguntarme
por mi cadena insomne,
y era mayor el hambre de mi acecho
y la estructura de mis huesos
estaba decayendo.
Ven, ciérrame los ojos
para que pueda descansar mi ruego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Siempre en la órbita de las imágenes poéticas.