5/24/2015

Enrique Gómez-Correa o la luminosidad del secreto.

René Magritte, 'Retrato de Enrique Gómez-Correa', 1953.
Pasados tres meses en librerías, retiraba los ejemplares de sus libros para que más adelante hubiera que encontrarlos con linterna. Octavio Paz lo consideró el más grande surrealista latinoamericano.
Vuelta hacia lo desconocido por venir, refractaria a compromisos político-ideológicos, transida de misterio, no se contamina la poesía de vana vida socioliteraria e intereses espúreos, evitando así lo que Camus primero, y luego Ítalo Calvino en una de sus Seis propuestas para el próximo milenio, definieron como la peste que invade el pensamiento y el lenguaje. De eso estaba convencido plenamente Enrique Gómez-Correa (Talca, Chile, 1915 - Santiago de Chile, 1995) quien huyó de esa peste ya endémica en estos tiempos, distanciándose siempre de Neruda, cuyos acólitos irrumpieron en la sala para ahuyentar a los asistentes a dos lecturas que dio el Grupo Mandrágora en Santiago. 
"Hay que ser absolutamente luminosos", escribió quien Octavio Paz considerara el más grande surrealista latinoamericano. Juicio que comparto, habiendo tenido el privilegio de conocer personalmente al poeta principal de la Mandrágora chilena de cuyas manos recibí en Virginia, cerca de Washington, la mayor parte de sus poemarios, de otro modo inencontrables.
Conversando varias veces con él y luego leyendo sus poemas con calma —más que oyéndolo decir algunos en casa o en la Biblioteca del Congreso estadounidense, adonde lo llevé a grabarlos— me di cuenta, en mayo de 1977, de estar ante un verdadero poeta: amante incondicional de la poesía, de la libertad y apertura de espíritu en que florece, y de la incalculable generosidad que la propicia.
Estuvo en contacto con André Breton, pero cultivó particularmente la amistad creadora con pintores como René Magritte. Y mucho después con el grecoegipcio Mayo. De su correspondencia con el pintor surrealista belga surgió un bellísimo libro en que el poeta recoge los poemas que iba escribiendo para dar voz a cada uno de los cuadros cuyas reproducciones el pintor le mandaba a Santiago. Con el poemario publicado, El espectro de René Magritte (1948), voló a París y se apareció luego a visitarlo: "Correspondencia mágica entre el poeta y el pintor", me escribió en la dedicatoria del bello volumen en que ahora vuelvo a contemplar los doce cuadros que dieron pie a versos como estos que corresponden aLa vida feliz:
                       ...Ahora la nube se transmuta en el árbol
                       En cuyas ramas ella sostiene una prolongada siesta
                       La hoja denuncia sus deseos obscenos
                       Pero ella prefiere dormir
                       Dormir en mis brazos
                       A sabiendas de los temblores
                       De la metamorfosis
                       Del río que puede ser fruto o gusano de seda
Los surrealistas valoraban el legado de Vicente Huidobro, quien en una ocasión se les acercó creyendo poder pasar alguna prueba y ser aceptado en el círculo mágico. Pero para detallar esa anécdota no hay tiempo en estas páginas. La mayor radicalidad respecto al padre vanguardista salta a la vista en el texto más programático del libro de Gómez-Correa, En pleno día (1949), "Mandrágora, arte poética": invitación a vivir cercano al misterio, como bailando sin dar pie en esa dimensión de sueño en que el labio es más veloz que la luz:
                       Al toque del relámpago
                       Sacad a pasear vuestro espíritu
                       Hacia los acantilados del mundo exterior
                       Tomad la primera palabra que salte sobre el labio
                       Y lanzáos con ella al infinito...
                       Que el hombre se busque en su obscuridad
                       Que viva en sus mitos
                       Que dé rienda suelta a su locura
Cabe mencionar el ensayo que defendió nuestro poeta al graduarse de abogado: Sociología de la locura (Aire Libre, 1940). ¿No es el mundo una invención de poetas? ¿No es el poeta una invención de la palabra? Y como "la palabra es el perfil del sueño", nos propone vivir en ese "juego de peligros" que es tratar de hacer presente lo inefable, que siempre se nos escapa y solo "por un golpe de azar reconocemos".
En Las tres y media etapas del vacío (1952) dice que el poeta es un liberador de lo desconocido, pero no solo para él sino para todos y todo. No basta entonces hablar con las estrellas y "Comprender el lenguaje de las plantas/ De las piedras en donde se esconden los ángeles". No basta que el hombre recupere para sí el mundo perdido y olvidado que los sueños compactan. Se precisa que todos ellos "Sientan el goce de la mano que les despierta.../ Que se cante en sus oídos la más encantadora de las canciones/ Como aquella de la luz que se petrifica/ Eso es la alegría que se encuentra a sí misma".
Con los libros de lujo tamaño folio contrasta la minimez (cabe en la palma de mi mano) del ensayo en que desarrolla su interés por el hermetismo y en particular por La idea de Dios y las vocales (1954), resaltando su carácter sagrado desde el tiempo de los egipcios y pasando por un acróstico teatral de Calderón de la Barca, hasta el soneto de Rimbaud. Prodigio de concisión rico en sugerencias es este librito con grabado en portada y capitulares de Holbein el Joven, donde ahora releo que cuando Dios abre los labios "a través de la sonrisa, como primer acto creador, una sonoridad de vocales salta fundiéndose con el sonido de los Siete Astros". 
Las ediciones de todos sus poemarios, publicados con el sello de la Mandrágora, eran apenas de 350 ajemplares (500 a lo sumo) numerados y firmados por el autor: nacían con vocación de incunables. Lo importante era para él dejar constancia de sus sueños, o mejor de la luz de ellos con que iluminaba lo real y en particular los puentes que conectaban la vigilia con el sueño, sus propios ojos con los ojos amados, en suma: hacer de ausencia presencia. Explosión no violenta, la creación (Poesía explosiva, 1935-1973 se titula la antología de su obra prologada por Stefan Baciu que me dio al partir): erupción o feliz desgarradura del dar a luz otra vida más plena, hasta entonces latente, súbitamente concedida a los otros, al país de los ojos y manos que la acogen, por exiguo o mínimo que sea, infinito.
A los trece años había vivido la violencia telúrica en Talca, la tierra del relámpago, pero si bien fue marcado por ella supo transfigurarla en la imaginación poética que lejos de dar muerte como terremotos y revoluciones, expande la realidad, la lucidez, la vida. Diez años después, el 12 de julio de 1938, se presentó en Talca la primera revista del grupo surrealista Madrágora, al que al principio estuvo vinculado Gonzalo Rojas. Estaban allí Braulio Arenas y Teófilo Cid. El benjamín sería Jorge Cáceres, muerto suicida en 1949 a los 26 años, de quien oí hablar a Gómez-Correa con afecto y admiración en una crepería de Georgetown, y cuyosTextos inéditos (1979) me enviaría dos años después recién editados por él mismo. Evocaba las caminatas juntos por el París de la posguerra, el embriagador entusiasmo compartido por la nueva forma de belleza que representaba el surrealismo.
El mismo entusiasmo delirante que explica su presencia en Washington aquella primavera. A Santiago había llegado mi primer poemario, Pan de sol, y en un artículo sobre las nuevas voces de la poesía hispanoamericana ("En el archipiélago de los poetas") lo mencionaba Braulio Arenas. Por su parte, Ludwig Zeller había invitado a Gómez-Correa a presentar un poemario suyo en el estado de Washington, y este, confundido por la ausencia del D.C. en el sello de las Ediciones Solar, partió con un paquete de libros para mí creyendo que allí me encontraría. Huelga decir que no estaba dispuesto a regresar a Chile sin cumplir su cometido: ponerlos en mis manos.
Alejado Teófilo Cid del grupo desde 1948, fue quedando solo el autor de El calor animal(1968-1969) en la fidelidad que su sensibilidad interior le pedía y sustentaba irremediablemente, a pesar de todo. Fruto de madurez rejuvenecida es este "poema alquímico" (así lo describe en la dedicatoria) en 99 partes que reafirman, a 30 años del exordio, su visión, y haciéndolo con la apreciable variedad de registros que solo una experiencia asumida e integrada a una sólida coherencia interna consienten, como en el XXXIV: "Estaba tan furiosamente invisible/ Que tomó una pluma con tinta invisible/ Y escribió sobre una hoja invisible/ Un poema invisible// Al terminarlo/ Rompió en mil pedazos el papel invisible//Pero su mujer reclamó por los destrozos".
Hermoso poemario que quisiera citar profusamente, aunque  me limitaré poco más que a la primera mitad del XXXVI:
                       Blanco en el corazón
                       y las manos en la frente del niño
                       Para perder la muerte y entrar a la vida
                       Olvídate de lo que eres y serás
                       La primera flor en el astro más alejado
                       El primer beso al caer en el precipicio del comienzo
                       Bien seguro el silencio tiene ya otra forma...
El poeta a veces accede al misterio, pero sale de él como un mendigo al que la eternidad le abre los brazos, dejando siempre la estatua de su mano extendida, a merced de los vientos que azotan su rostro. Pero no hay que desfallecer, como dice el final del XLIII: "Que llames sin esperar ser oído/ Solo por dar rienda suelta a tu angustia/ Para eso ave de otra pluma/ Desnuda tu corazón frente al mar".
Luis Enrique (su nombre de pila) Gómez-Correa, que había sido diplomático de su país —en Siria, Líbano, Yugoeslavia, Suecia y Guatemala— desde 1963 hasta renunciar por el golpe en 1973, continuó siempre viviendo en la poesía, creándola, aun durante los 12 últimos años de vida, sembrado en la cama por la parálisis que el cáncer de columna vertebral le produjo.
En sus envíos de entonces, así como en una tarjeta de Año Nuevo firmada por él y su esposa Wally, con quien tuvo cuatro hijos, el trazo de la letra era tembloroso. Pero su espíritu indagador seguía incólume como evidencia "Lo inexpresable":
                       Un solo golpe al alma
                       y esta cae en un sueño
                       Del que no se sale jamás...
                       ¿Qué hacer con la selva
                       Y el fantasma que eres tú
                       Cuando crees despertar de tu sueño
                       Y después caes en otro y otro y otro?
El poemario se titula Frágil memoria (Ed. Universitaria, 1985). Los hallazgos de otro del mismo año que perdí por haberlo prestado, La pareja real, estababan ya en germen cuatro décadas antes.  En La noche al desnudo (1945) el poeta nos dice que la poesía lleva al conocimiento de esa trama sensible que entreteje lo real más allá del tiempo-espacio, más allá de la vida y la muerte, a los valores ciertos de la luz en lo eterno: "El alma es la nebulosa que circunda el cuerpo/ Un día se dispone liberarse/ Y parte hacia la nebulosa única".
Para Gómez-Correa la vía del amor, la poesía en libertad  y la amistad creadora era a todas luces una suerte de noche oscura o vía unitiva por caminos insólitos y medios armónicos (no manipulables) que, transitada con  obstinada intensidad y pureza, le permitió intuir: "Recuérdalo bien/ Tanta angustia tanta alma tanto corazón tanta lágrima/ Para hacernos definitivamente inteligibles".
 
En 1987 se constelaron El nombre de pila o el anillo de la Mandrágora, La mano enguantada, El árbol del pensamiento...: "Sus ojos al otro lado de lo desconocido/ Brillan con el fulgor de una mano desprendida del cuerpo...// El nombre se adhiere al ser/ Y lo trastorna desde la infancia/ Le da la voz, el ritmo de la sangre, el grito que extingue la respiración". Y un día llega la muerte e impide continuar el baile que antes se danzaba con tanta embriaguez. Llega ciertamente cuando ya se han perdido todas las esperanzas. Y uno se adentra bien hondo en el sueño y "en su tanda corrida de símbolos".
Un raro, sin dudas, de los que merecen mayor reconocimiento y difusión: prefirió que su poesía quedara escondida antes que ponerla al servicio de causas extraliterarias favorecidas por muchos editores. Un raro de los que hasta 2012 en que apenas se ha comenzado a reimprimir algo de su poesía inicial —la retiraba de las librerías luego de tres meses, para que hubiera que encontrarla con linterna en adelante— pocos conocían el excelente fruto de su visión y genuina entrega a la palabra creadora: "pájaro azul de la soledad".

Tomado del Diario De Cuba (agosto 2013)

LA POESÍA DE JORGE CÁCERES



JORGE CÁCERES

Jorge Cáceres fue un completo artista oriundo de Chile, nacido en Santiago el 18 de abril del año 1923 y fallecido en la misma ciudad el 21 de septiembre de 1949. No se conoce la causa de su muerte, aunque entre las posibilidades se consideró el suicidio. Sin entrar en detalles de su vida personal, fue una persona entregada al arte en varias disciplinas. Con respecto a la poesía, dio sus primeros pasos desde adolescente, y ya en el año 38 comenzó a formar parte de La Mandrágora, conocida agrupación de poetas surrealistas. Poco tiempo después vino su incursión en el baile, al matricularse en una escuela de danza clásica; en esta rama también alcanzó importantes reconocimientos. Retomando su relación con la escritura, Cáceres supo combinar sus habilidades literarias con las manuales, y exploró una combinación de artes plásticas y poesía, trabajo que llegó a exponer incluso en Francia. La obra de este desafortunado poeta quedó plasmada en media decena de poemarios, entre los que se encuentran "René o la mecánica celeste", "Por el camino de la gran pirámide polar" y "El frac incubadora". Además, luego de su fallecimiento se reunieron algunos poemas inéditos en el libro "Jorge Cáceres, poesía encontrada". 



Siempre en llamas
I
Me contemplo morir esta tarde la última Bajo el sol las ortigas represan el cauce de esa luz Cauces desconocidos sobre un viento trastornado Sobre un trenzado seis Mi cabeza es absurdo vigía entre las aves Pues ella picotea en un cerezo blanco En la plenitud de la gran playa de ceniza La playa de los fuegos Los osos sangran sobre emboscadas imprevistas Calculaban su paso más libre a la costa Yo he nacido de mis gestos los gestos de la envidia Y de mi propia miseria Toda mano de miseria que conduces Me saluda esta tarde Es mi fiel defensora.

II 
Escucho tu voz sobre las calles blancas Sobre muros que el cielo mece Escucho a mi corazón hilar para ti Y sé por fin qué es eso en rebeldía Al fondo del desierto por un cambio de luz De mis deseos haré himnos ellos van Y se ríen al desertar en torno a una sombra fértil
Es demasiado tarde para un juego
De repeticiones
Yo soy quien te ama para siempre El prisionero negro que nace de tus pies Que tú has olvidado Solo bajo este sol de dicha Esta tarde es para mí toda tempestad Todo misterio. 

De "Pasada libre", 1941
Vista de pájaro


a Braulio Arenas

En un salón donde los lobos delatan la nevada O en el claro del bosque los muebles de acacio Desde hace mucho tiempo las nubes juegan al rebaño Las nubes de ciervos volantes Esperarán a la caída de las hojas En un portal de vidrio a la caída del idioma Cuando yo no seré más el que os da de beber Alrededor de todas las fuentes escondidas Que se encantan a si mismas Cuando en el fondo de sus espejos baten las últimas alas Los pájaros picotean las cuerdas del verano Formando encantadoras coronas mensajeras Llevados por sus alas ellos reman hacia el bosque que gira Entre las hojas verdes son abanicos de fuego Que caen al parquet calculando semillas Sobre el desierto ya no hay más que el tejido del cielo Y el latido de una red de coral sobre los frutos Cuando el sol se diluye en el encaje.

De "René o la mecánica celeste, 1942 


Jorge Cáceres (Luis Sergio Cáceres Toro , 1923 / 1949, Santiago de Chile, Chile)




Las cartas

Las cartas del buen tiempo de coral
ya no son las mismas cartas de los torbellinos
En la frente de los lagos en la garganta de los deltas
Pájaros repetidos mil veces en la prisma
Plumaje sin fin sonrisa necesaria
En la nostalgia del gran día diluvial
Que se mece en el cielo de hierba fresca
Cuando los asaltantes de nidos caen en las redes de la colina.

Solicitud del pequeño castor
En su pirámide de cristal de roca
Para los ciegos que atraviesan los mercados de sal
Con demasiadas trampas
.

Los besos

Los besos

Los besos entre las hojas
En recuerdo
De los pájaros que encantaban las estrellas en el filo
de sus alas
Por cada grito picoteaban los guijarros del sol
Los muros que les dan formas familiares
Y gestos que reflejan el clima de los labios
Sobre el camino de los últimos besos
O en el eco de las risas del mar.

Con cada una de las fuentes que se diluyen en las hojas
Con cada uno de los ojos de codicia
Con cada uno de los grandes desiertos abandonados
Solitario yo he compartido mi sed.

A la cabecera de los deltas
En los monasterios que penden de los árboles
Yo escojo las cartas del buen tiempo
Las únicas que han permanecido desnudas
En el fondo de las balanzas de armiño
En plena costa
A todo aire
A toda tempestad
Cuando escucho batir los primeros árboles de coral
bajo la piel que yo sé apresar.



Paul klee

Para ser cómplice del paisaje que bate a todo vuelo Como un fuego bien alimentado arriba las manos! Los niños son culpables de sus ojos verdes sin fin Ellos han disipado el cielo en pleno día Con sonrisas encantadoras Con juegos que no son más inocentes Las nubes dentro de la bañera el respeto a los mayores Y las grandes trampas de los cálculos precisos. Las playas están guardadas por ciegos de ocasión El sentido del tacto en el ojo de las bañistas Y la curva de la fiebre sobre las grandes rocas Ellos han perdido su tiempo en plena costa Sin una palabra de recompensa permanecen en sus puestos Sobre la balanza deliciosa del buen tiempo. El pulpo el lobo el tapir el armiño No son más que el juego de la memoria Puesto de relieve por la escala animal El rostro en el desierto las manos en pleno campo Han quebrado el anillo de las balanzas.

5/02/2015

INVITACIÓN : BURLA Y FERVOR!





EL VIERNES 8 DE MAYO, tendremos -en la velada poética de las 7 de la noche en el Café Rojo- La presentación en pleno de los actuales integrantes del taller de poesía que nos deleitaran con la lectura de su producción poética.

PARTICIPAN:

Raúl Henao (Presentación)

Raúl Ortiz

Roberto Álvarez  (Vadhino)

Carlos Bedoya

Fernando Hernández Vélez

Mary Navarro

María Elena Giraldo

Beatriz Elena Patiño

Aurora Almar

Lina Plena

Fabio Ciro

Diego Gómez

Jair Trujillo

(Ron Riddell  & Sarai Torres

(Acompañamiento de tambor)