6/07/2016

En el camino a San Romano André Breton Por:Anna Francisca Rodas


En el camino a San Romano André Breton Por:Anna Francisca Rodas Iglesias




En el camino a San Romano, las visiones de Breton permiten la veta de fuego cuando, quien observa cruza a solas el paisaje y enmarca su propio cielo o  infierno.  Del laberinto contradictorio en el que muchos se proclaman poetas en tiempos globalizados, cabe preguntarse si el poema es para muchos de ellos un triste simulacro de una devastada soledad que les carcome la existencia.  A golpe de realidad para un convencido como Breton de que “la palabra escrita no debe ser solo un instrumento de delectación, sino que, además, tiene que influir en la vida, por lo menos en la vida sensible”  Y Vicente Huidobro nos dice a su vez: “La poesía está antes del principio del hombre y también después del fin del hombre”, vale la pena entonces acercarnos o cercarnos a través de estas reflexivas expresiones a un camino delicadamente iluminado por el padre del Surrealismo.
¿Qué puede producir más goce que abandonarse a los abismos de un tiempo no limitado? Caminemos al poema: “La poesía se hace en la cama como el amor/ la poesía se hace en los bosques/ Tiene el espacio que necesita/ No éste sino el otro que condicionan/ El ojo del milano/ El rocío sobre una flor de cola de caballo…” Breton (diría) hace una invocación donde nos enseña bajo la premisa del silencio  la contemplación de la naturaleza  como caricia emparentada al profundo respeto de la reciprocidad y su significado.  Se observa a través del vuelo del ave y allí, en esa imagen se devela la rapacidad de quien devora su principal elemento para elevarse (como la poesía); y dice también: “No es cosa que se grite a los cuatro vientos/ Es inconveniente dejar la puerta abierta/ O llamar testigos”  Casi como la mística del amor en la corriente del sufismo.  El llamado a la observancia de todo lo que se mueve entre el ímpetu o silencio de las corrientes.  La poesía surge desde el lugar donde se buscan respuestas. Podría estar inmerso en el paisaje cuyos pasos recorrieron Cuba y México, esa Centroamérica llena de vida que no escapó a la mirada profunda de los objetos y su lugar en el espacio, pero no como objetos cualquiera, sino desde el filo del objeto mismo adentrando a otro -sitial/espacio- que venere su estancia en el mundo y así, al ojo místico del poeta.
“El acto de amor y el acto de poesía/ Son incompatibles con la lectura del periódico en voz alta.”  Recuerdo y asocio los anteriores versos a la experiencia que alude a Bataille según Juan García Ponce, prestigioso literato, poeta y crítico mexicano, donde relaciona la semejanza de la experiencia mística con la amorosa y con el éxtasis de la creación artística. Y no es para menos ya que el campo de creación o, nacimiento del poema exige, las más veces  de la silenciosa complicidad para que se produzca el milagro. Nada puede ni debe escaparse de lo visceral y su movimiento cuando la conciencia, vista/ oído/ tacto/ gusto/ y olfato, componen el círculo del viaje creativo.
Habita el Spleen (angustia vital) con su riguroso destajo de imposiciones: “Ni los vapores del cuartel un domingo por la tarde”  Como si los suicidas con su pócima de aislamiento filtren un parte sinuoso en este tránsito a San Romano.
La imagen precisa del movimiento. Danza o igual es un puñal que amenaza la vida… El tiempo danza y se desvanece o repta en rojo y negro, pasión y muerte y un silencio que marca el tiempo del espacio que se abandona.
En El camino a San Romano, la vida abraza al poema en reciprocidad y Breton nos sumerge en su paisaje, nos marca a campo traviesa como a ese relámpago cuyo trueno se queda para hacer eco en otras almas y refutar la sentencia del filósofo alemán,  Theodor Adorno: "Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie."  Y, sin embargo la poesía misma se alza para, a su manera, dar un beso y resarcir la crueldad y no dejarlos ni dejarnos morir de indiferencia y olvido: “La cámara de los prestigios/ No señores no es la octava Cámara/ Ni los vapores del cuartel un domingo por la tarde   /  Las figuras de danza ejecutadas en transparencia por encima de los charcos”  Figuras que bien podrían ser las de millones de Judíos exterminados en campos de concentración por la ferocidad de alguien que no supo mantener el límite de su propio fuego exponiéndolo así en el mal llamado arte de la guerra y el exterminio.
La guerra, sí, pero la guerra interna donde la poesía exige la palabra precisa para no extraviar su sentido y allí es donde Breton muestra su férrea mirada de lo que la poesía es a un poeta… un todo donde el todo es posible de yuxtaponerse desde el abrazo al que no escapa.

Anna Francisca Rodas Iglesias©
Abril 18/ 2016


EN EL CAMINO DE SAN ROMANO
La poesía se hace en un lecho como el amor
Sus sábanas revueltas son la aurora de las cosas
La poesía se hace en los bosques
Tiene el espacio que necesita
No éste sino aquel que condicionan
El ojo del milano
El rocío sobre una flor de cola de caballo
El recuerdo de una botella de Traminer empañada sobre una bandeja de
plata
Una alta verga de turmalina en el mar
Y el camino de la mental aventura
Que asciende a pico
Una parada se llena de maleza en seguida
Eso no se grita sobre los tejados
No es conveniente dejar la puerta abierta
O llamar a testigos
Los bancos de pescado los setos llenos de pájaros
Los raíles a la entrada de una gran estación
Los reflejos de las orillas de un río
Los surcos en el pan
Las burbujas del arroyo
Los días del calendario
El corazoncillo
El acto del amor y el acto de poesía
Son incompatibles
Con la lectura del diario en voz alta
El sentido del rayo de sol
El resplandor azul que despiden los hachazos del leñador
El hilo de la cometa en forma de corazón o de garlito
El latido rítmico de la cola de los castores
La velocidad del relámpago
La lluvia de peladillas desde lo alto de las viejas escaleras
El alud
La cámara de los prestigios
No señores no es la octava sala
Ni los vapores del dormitorio un domingo por la noche
Las figuras de baile realizadas en transparencia por encima de las charcas
La delimitación contra un muro de un cuerpo de mujer al que se lanzan
cuchillos
Las volutas pálidas del humo
Los bucles de tu cabello
La curva de la esponja de las Filipinas
Los lazos de la serpiente de coral
La presencia de la hiedra entre las ruinas
La poesía tiene todo el tiempo por delante
El abrazo poético como el abrazo carnal
Mientras dura
Prohíbe toda escapada sobre la miseria del mundo.
André Bretón

Poemas, 1948. Traducción de Manuel Álvarez Ortega.

*Manuel Álvarez Ortega fue un escritor, traductor y poeta español. Fue director y fundador de la revista Aglae, que circuló entre 1949 y 1954. Desarrolló gran parte de su obra en Madrid, adonde se trasladó en 1951.