8/03/2015

BAUDELAIRE, AQUEL MALDITO Y OBSESIONADO.

Baudelaire, tan maldito como obsesionado con la perfección

Se publica en Francia una edición de Las Flores del mal con las correcciones del gran poeta francés



Charles Baudelaire

Un editor de París ha publicado por primera vez las "pruebas corregidas" por Charles Baudelaire de sus Flores del mal, la colección de poemas más célebre de Francia. Según informa la agencia AFP, el manuscrito original nunca fue encontrado y estas pruebas corregidas son los únicos trazos manuscritos de esta obra clave de la poesía moderna, y sin duda la obra cumbre del escritor francés. Antes de dar su visto bueno definitivo para la impresión de la obra, en 1857, Charles Baudelaire multiplicó los intercambios con su editor y amigo Auguste Poulet-Malassis, y, como se ve en el material mostrado a la prensa, anotó y corrigió al margen las pruebas de imprenta.

Queda en estas pruebas claro el modo de trabajar de Baudelaire, su ojo crítico, su perfeccionismo y rigor intelectual y artístico para con su propia obra. Baudelaire tacha y rectifica a pluma todo lo que le parece incorrecto, corrige una coma mal puesta, pide que se modifique el tipo de letra, exige el cambio de la ortografía de una palabra... Así, hay poemas que fueron corregidos en varias ocasiones.

Ediciones de los Saints Pères (Santos Padres) publicará el libro con una tirada inicial de 1.000 ejemplares a un precio de 189 euros, aunque el documento ya estaba en poder de la Biblioteca Nacional de Francia desde 1998, cuando lo adquirió en una subasta en Drouot por 3,2 millones de francos, cerca de medio millón de euros. Hasta ahora, el libro podía consultarse en el catálogo numérico de la BNF, Gallica, pero la comodidad de lectura, la calidad de impresión hacen de la obra que esta semana sale a la venta un documento insólito, de suma importancia cultural, y como tal ha sido recibido en Francia. Se trata de un libro de gran formato (25x35 cm) que se presenta en un cofre. La obra está ilustrada con 13 dibujos a lápiz y pluma que Auguste Rodin insertó en su propio ejemplar de Las Flores del mal.

El editor, molesto


Baudelaire, con fama de poeta maldito y aura de artista descuidado, se descubre aquí como un autor muy comprometido con el resultado final de su obra, escrupuloso hasta en el más mínimo detalle: defensor de la coma, del acento agudo así como del grave, del uso o no del circunflejo... las incontables correcciones de Baudelaire dieron constantes quebraderos de cabeza a su editor, que veía como una y otra vez el poeta se dirigía a él con nuevos cambios, añadidos y cortes. En la primera página se queja el editor: "Mi querido Baudelaire, llevamos dos meses para imprimir cinco hojas de Las Flores del mal".

A modo de ejemplo, en el margen de Bendición, uno de los primeros poemas de la recopilación, Baudelaire se cuestiona incluso la palabra "blasfemia" tal como está impresa en las pruebas. "Blasphême ou blasphème? Gare aux orthographes modernes! (tenga cuidado con la ortografía moderna)", advierte. Las estrofas son modificadas, así ocurre en "Un viaje a Citerea" y la falda de su musa no se abre "a las ligeras brisas" sino "a las brisas pasajeras". Las dos últimas estrofas de "Spleen", uno de sus poemas más conocidos las llega a reescribir por completo, dando una versión final totalmente distinta a la original; asimismo, Baudelaire también eliminó la mitad de los versos de la última estrofa.

El libro llegó a las librerías, finalmente, el 25 de junio de 1857, en edición de Poulet-Malassis y Broise. Es la consagración para el poeta que, como testimonian sus contemporáneos, habría terminado la composición de la mayor parte de su colección a principios de los años 50. Días después de la publicación de Las Flores del mal, Baudelaire provocó las iras de la prensa. La dirección de Seguridad Pública lo llevó ante la justicia por ofender la moral pública y religiosa.

El autor, ya entonces, parecía escribir con una clara vocación de pervivencia; él mismo era consciente del valor de la obra que tenía entre manos. Así, en julio de ese mismo año, 1857, escribió a su madre: "Se me niega todo, el espíritu de invención e incluso el conocimiento de la lengua francesa. Me río de todos estos imbéciles y sé que esta obra, con sus cualidades y sus defectos, recorrerá su camino en la memoria del público culto, junto a las mejores poesías de Víctor Hugo, de Théophile Gautier e incluso de Byron". 

TEXTO PUBLICA EN:  ELCULTURAL.es | 17/06/2015 


LA METÁFORA Por: Vicente Gerbasi





LA METÁFORA

Por: Vicente Gerbasi (poeta venezolano)
 
 
Para el poeta la metáfora es el medio por el cual le es permitido erigirse en mago, en creador. La metáfora eleva la palabra a una dimensión feérica. Por ellas las percepciones, las vivencias, los objetos se transmutan en representaciones animadas. La metáfora es un juego mediante el cual el espíritu realiza su secreto y sagrado anhelo de transformar y crear. Una bella metáfora es un milagro, y viceversa.
 
Nuestro gran poeta Andrés Eloy Blanco nos decía en cierta ocasión que Cristo, al multiplicar los panes, había hecho una metáfora. En el campo de la ciencia también parece una metáfora. El hombre ha logrado transformar la energía en luz eléctrica, en maravillosos avisos luminoso que transforman las noches de las urbes en alucinantes movimientos de colores siderales. Ha captado las ondas hertzianas para traernos a un apacible rincón de nuestras casas los sonidos y las imágenes de países lejanos. Ha desintegrar el átomo para ponerlo al servicio de la muerte o del progreso. Cuando un poeta logra una metáfora, multiplica, desintegra una serie de elementos y los reintegra en un mágico movimiento del lenguaje, en el que intervienen el color, la forma, la música, formando una unidad imprevista. La metáfora, que está formada con elementos de la naturaleza, con vivencias que la naturaleza y la existencia le han ofrecido al poeta, no copia la naturaleza. Es diferente a ella porque la recrea. Si el lenguaje es el don primordial que el hombre ha heredado como la más alta forma de la superación de la naturaleza, la metáfora es la más alta forma de superación del lenguaje, es por ella que el poeta logra poner en juego su mundo vivencial y representar la naturaleza en una dimensión de encantamiento. La metáfora que siempre se abre y se cierra a manera de arco, diríamos de arcoiris, aparece siempre con su propia atmósfera enigmática, por eso ha de prescindir del lenguaje lógico, sus matizaciones, ya sean de color, de forma, de sonido, han de ser expresadas con palabras que escapan a la lógica corriente. La metáfora es una invención, una creación que posee su propia lógica. Huizinga, en su obra Homo Ludens, nos dice: "lo lírico se halla lo más distante de lo lógico y lo más cercano de la danza y lo musical. El lenguaje de la especulación mística, el oráculo y de la hechicería, es lírico. En estas formas experimenta el poeta con mayor fuerza la sensación de una inspiración que le viene de fuera. Es cuando está más cerca de la sabiduría suprema, pero también de la insensatez” , Emile Faguet habla una vez del granito de sinrazón que necesita la moderna lírica. Pero esto no se aplica solamente a la lírica moderna, sino que constituye la esencia de la lírica al moverse fuera de los vínculos del entendimiento lógico. Un rasgo fundamental de la figuración lírica es que propende a la exageración desatinada. La poesía tiene que ser exorbitante. Las fantasías de  los enigmas cosmogónicos y místico del Rig-Veda y el lenguaje figurado de Shakespeare, que había recorrido todos los caminos de la tradición clásica y de la alegoría, y había conservado, sin embargo, el ímpetu del vate arcaico, coinciden en imágenes locamente atrevidas. "La metáfora aparece en un momento de creación, o de lo que se ha llamado tradicionalmente inspiración, es decir, en un momento de embriaguez del alma, de locura, en esa sucesión de "instantes" en la que le es permitido al poeta manejar la alquimia del lenguaje. Así como el pintor descompone en la paleta colores para dar las pinceladas que habrán de constituir la armonía, la melodía, el contrapunto de su obra, así el poeta, mediante la metáfora, descompone los elementos para constituir la unidad creadora del poema. La metáfora, dentro del poema, es como una sucesión de relámpagos que ilumina un mundo nocturno.


 
(Revista Poesía. Caracas. Nro.  62-63. Julio-Octubre 1984. Págs. 78-79)